Pobreza: El niño del zapallo, Paco el verdulero en su trinchera y Martín, que lo contó todo

Martín Orozco contó lo que vio en la verdulería de su barrio. Un hecho simple, que debe reptirse en muchos lugares, pero que se licúa en las estadísticas que nos muestran todo en promedios y no con la crudeza de la realidad. Un niño con hambre y sin plata

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Muchas veces un tuit nos cachetea. La estadística resulta ajena a esa práctica, sencillamente, porque en ellas nos expresamos en promedios, tratando de evitar la anécdota del extremo y en un intento por explicar algo mediante el uso del factor común. 

En Twitter no. Allí todo es mayoritariamente brutal: se busca impactar, que reaccionen. Enoja y provoca. "Es tóxico", dice el funcionario de dos Estados, el argentino y el Vaticano, como Gustavo Beliz. Es un canal de expresión al que si no se lo quiere, directamente no se le da bolilla ni importancia, y chau.

Pero hay un tuit, uno solo, que cachetea y no provoca más que a llorar. Y no vale decir "puchereo" por las impúdicas connotaciones gastronómicas del término en medio de la hambruna que tienen muchos y que no alcanzamos a ver muy probablemente por quedar licuados en el promedio de las estadísticas de las que hablamos todo el tiempo para referirnos al bucle de crisis en el que la realidad Argentina se encuentra apresada.

Lo lanzó Martín Orozco, seguramente homónimo de muchos, pero en este caso, reconocible como usuario de Twitter, mendocino, habitual crítico de temas (como todos, bah). Es peronista y su cuenta en la red, @ojosdevideo, lo presenta como "consultor político" y "presidente de la Unidad Básica Virtual 1".

Escribió un día antes de que el Indec liberara sus promedios sobre pobreza e indigencia del segundo semestre del año pasado:

"Hay un niño antes que yo en la verdulería y pide el zapallo más chico que haya y dice 'lo único, es que no tengo plata'. El verdulero lo saca, lo limpia y le responde: '¿Le he pedido plata yo a usted? ¿Para qué la quiero? No se vaya aún, llévese unas papas!' Viva la Patria. Lloro".

Y allí corporizó todos los datos que podríamos extraer de la hoja de cálculo de la pobreza y la indigencia en una especie de infografía 3D y de carne y hueso.

Más que eso: se trata de un niño, un 'no culpable' de lo que pasa y a quien hay que trazarle un horizonte que no ve. Una víctima que se reconoce como tal y pide ayuda: comida, nada más y nada menos.

Por supuesto que su anécdota en Twitter no pasó desapercibido, ya que tiene más de 15 mil "me gusta" y más de 180 comentarios.

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Cada uno -así es Twitter; así es la vida- lo agarró para su lado. Algunos se detuvieron en su "Viva la Patria", cuestionándole su ánimo cuando la Patria le cruje en las tripas al pibe del zapallo y a su familia. Otros se la agarraron con la política o desde la política y con toxicidad "beliciana" simbólicamente le sacaron el zapallito y las papas al chico, virtualmente, al porfiar con peleas estériles, acusaciones absurdas. Deshaciéndose rápidamente de responsabilidades propias y de indiferencias calcadas a lo largo del tiempo.

Sin embargo, otros no. Muchos no: fueron al grano y quisieron imitar, premiar, homenajear al verdulero. Quisieron ser él y poder ayudar aunque sea con lo que él ayudó a tachar un día de hambre de ese chico del que no sabemos el nombre.

Sí ahora conocemos que es Paco el nombre del verdulero de la Adolfo Calle en el barrio Unimev de Guaymallén. Y lo sabemos, porque Martín @ojosdevideo lo mandó al frente (¡y bien hecho!) de tal modo de que su ejemplo cunda. Y aunque hay mucha gente que ya está siendo solidaria, en silencio o con fanfarrias, es indudable que hacen falta ejércitos silenciosos de manos tendidas con más papas y zapallos para niños como ese al que, además, hay que aplaudirle el coraje de su acto, un emergente en una sociedad pacata y callada, que preferiría -nuevamente acudimos a los promedios de las estadísticas- a sentirse "clase media" en vez de admitir su pobreza; a ocultar el hambre en lugar de pedir lo básico que le corresponde: comer todos los días.

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Cuando algunos se enredan en guerras ficticias, hay una que se da desde barricadas tan palpables como una verdulería en la Adolfo Calle. Solo tenemos que protegerla para que un bombardeo de impuestos o decisiones erróneas dejen sin sus trincheras a todos los que combaten la realidad adversa como Paco.

El tuit que lo dice todo

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