¿Es posible un feminismo no plural?

Emiliana Lilloy propone en esta columna "evitar las tentaciones fascistas" de apropiarse del feminismo desde un solo lado y avanzar hacia "un feminismo plural" porque "hay "tantos feminismos como mujeres pensádose en el mundo".

Emiliana Lilloy

El feminismo o la lucha de las mujeres por sus derechos es la revolución más larga y pacífica de la historia de la humanidad: casi 200 años de conquistas y aún nos queda mucho por cambiar. El feminismo no se circunscribe a un país, a un partido político o a una sola causa. El movimiento feminista es internacional, histórico y abogó por el derecho al voto, la educación y al trabajo de las mujeres, entre otros de los que fuimos privadas.

Contrario a lo que se cree y se reproduce en frases como "feministas eran las de antes" mostrándolas como señoras que dialogaban tomando el té en sus casas coincidiendo en todo, las feministas desde sus comienzos fueron combativas y la historia del movimiento está plagada de encuentros, luchas, disidencias y debates que, aún en los feminismos actuales, no se encuentran saldados. Leer que, John Stuart Mill, defensor del voto femenino y esposo de la sufragista Harriet Taylor, tuvo sus reservas respecto a que las mujeres entraran al mercado de trabajo-por creer que dañaría la economía inglesa- puede sonarnos hostil y contradictorio. Pero lo cierto es que el camino hacia nuestros derechos dividió a mujeres y varones en todo el mundo, porque cada persona fue imaginando una idea de igualdad.

Las liberales de los años 60 crearon asociaciones de mujeres que al poco de existir fueron escindiéndose en tantas otras por desacuerdos ideológicos y estratégicos. Betty Friedan, gran defensora de los derechos de las mujeres y escritora del Best Seller de su tiempo "La mística de la feminidad" en un principio se opuso a la reivindicación del derecho al aborto por considerarlo un error estratégico, ante la necesidad de conquistar previamente otros derechos. Y es que las mujeres -como los varones lo han hecho a lo largo de la historia- tenemos derecho a debatir, a disentir, a encontrarnos en la pugna del poder y de la discusión de ideas que nos parecen las más adecuadas para nosotras y para la sociedad toda.

Por eso nosotras tenemos que evitar las ya conocidas tentaciones fascistas de creer que tenemos la verdad en la boca, la representación del movimiento, o que sólo es posible el feminismo como lo entendemos y lo accionamos en nuestras estructuras. No cometer el error de confundir debate o dialogo con insulto, chicana o difamación, reproduciendo la práctica nefasta de demonizar a quien no piense como nosotras o comparta nuestros intereses políticos.

La buena noticia es, que el feminismo siempre será plural. Porque nos atraviesa a todas las mujeres y hay tantos feminismos como mujeres pensándose en el mundo. El feminismo es de la calle, de la academia, de la institución, de las ideas. Son tan feministas aquellas mujeres que creen en abolir la prostitución por considerarlo una aberración patriarcal, como aquellas que la defienden llamándola trabajo sexual, sosteniendo la autonomía del cuerpo y las decisiones de las mujeres.

La pluralidad y el respeto son además un acto de inteligencia y amor a la libertad que nos remite a aquella frase de Evelyn Beatrice Hall "No estoy de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho a decirlo". Por lo demás, pensar en un feminismo único que cuente con una vara para determinar qué es bueno para las mujeres y la sociedad y que no, resulta un sin sentido. ¿Cómo podría alguien atribuirse la voz de todas las mujeres? ¿Cómo podríamos creer que los discursos difamatorios que intentan desacreditar a quien piensa distinto representan lo que todas sentimos y pensamos?

De más está decir que los discursos agresivos entre mujeres o contra ellas caen por su propio peso. Porque el feminismo no son sólo ideas que nos unen o separan, el feminismo como lucha colectiva también son las amistades, los afectos, el vínculo que se genera en la propia vida con mujeres de distintos partidos políticos y espacios de militancia. El feminismo es también corporatividad, cuidado recíproco y redes en expansión. Porque nos une el respeto mutuo y el reconocimiento de que cada una camina hacia los cambios desde su propia vida y posibilidad, porque sabemos que sea cual sea la ruta que tomemos, la meta siempre será la misma: lograr una sociedad igualitaria e inclusiva donde cada persona tenga el derecho de pensar y actuar libremente, sin temor a ser reprimida.

Esta nota habla de:
¿Hay que prohibir el uso de celulares en las aulas?