Falsas noticias coronavíricas

"Las fake news desinforman, y esa desinformación genera paranoia, angustia, y situaciones de desconfianza (o de confianza exagerada) en el gobierno del lugar en el que estamos residiendo, dependiendo del estado de pandemia en que nos encontremos; nada bueno puede salir de éste río revuelto".

Pablo Gómez

Mucho hemos leído, visto y escuchado en este ya agonizante 2020, sobre la pandemia de covid. Y mucha de toda esa data que hemos incorporado a través de medios de difusión han sido, como en tantos otros casos, noticias falsas, conocidas también por su nombre en inglés de "Fake news". Las noticias falsas existen por muchas razones distintas; a las que más acostumbrados estamos es a las noticias falsas de temas políticos, que difaman o dan fama desmedida a personas en la función pública, o a políticas llevadas adelante por distintos gobiernos; y de tanto recibir noticias contrapuestas, hemos terminado aprendiendo a sacar un promedio entre todo lo que leemos, para intentar llegar a poseer una información que pretende ser más o menos certera de por dónde viene la cosa.

Pero en esta pandemia, entre tantas situaciones de las que hemos tenido que aprender y que hemos visto por primera vez, deberemos sumar al hecho de haber sufrido una desmedida desinformación por exceso de fake news en temas referidos al mismísimo coronavirus, lo que ya, en mi opinión y como dice un poeta, es jugar con cosas que no tienen repuesto; porque arriesgar la vida de personas, al informar erróneamente sobre temas tan delicados como la cantidad de fallecidos o la eficacia de una vacuna, merece ser considerado un nivel especial de perversión, que supera largamente al promedio de quien difunde información errónea. Por supuesto, cualquier noticia falsa que involucre a funcionarios o a políticas de gobierno, puede causar muertes: violencia es mentir, dice otro poeta, y creo que no miente.

La primera desinformación grave que sufrimos (ya en la primera mitad del año, aunque la comunicación errónea continúa), es aquella que muestra un "ranking de países" liderado por aquellas naciones que más personas contagiadas tienen por la enfermedad. Esta información, que puede ser verdad pero que no cumple con el precepto de decir "toda la verdad", termina confundiéndonos, al hacernos creer que tal o cual país, a pesar de tener muchos más habitantes que otro, está peor en el ranking por tener más personas contagiadas o fallecidas entre su población; la forma correcta indicaría que, si un país tiene diez veces más habitantes que otro, no está peor si tiene el doble de contagiados, de hecho, está bastante mejor que el país con menos personas, pues tiene muchos menor porcentaje de afectados por la pandemia. Para poner un ejemplo concreto, con nombres y números: India tiene algo más de cinco contagiados de coronavirus por cada italiano enfermo, pero tiene veinte veces más población que Italia; esto es, aún con la quinta parte de contagiados, la situación del país europeo es por estos días muchísimo más compleja que la de la India, en lo que a covid se refiere.

Por otro lado, y como otro gran tema desinformativo, en este segundo semestre en el que las vacunas ya están siendo inoculadas a la población de algunos países, y se acerca la fecha en la que deberemos arremangarnos para recibir el pinchazo salvador, las fake news coronavíricas se ponen otra vez al ataque. Las razones del desprestigio de algunas vacunas por sobre otras, para colmo de males, pasan desde la necesidad (claramente económica) de posicionar a tal o cual laboratorio, hasta una vieja disputa entre la civilización occidental y la oriental, para ver quien tiene la jeringa de vacunación más larga. Al parecer, para Occidente nada que hagan los rusos es bueno, aunque todo indicaría que hay muchas cosas que hacen bien. Sin ir más lejos, fue la ciencia de ese país (Unión Soviética en ese momento) la que, entre tantas otras cosas, llevó al primer ser humano al espacio exterior y lo trajo sano y salvo de vuelta, hacen ya casi sesenta años; antes de esto, habían ya logrado poner en órbita alrededor de la Tierra al primer satélite artificial que (no casualmente) se llamaba Sputnik, como su actual vacuna contra el covid. En estos días, la noticia falsa de que es necesario abstenerse de tomar alcohol por más de un mes para inyectarse la Sputnik V, causó nuevamente revuelo y memes por doquier. Al parecer y según las aclaraciones posteriores llegadas desde distintos lugares del planeta, sería necesario no abusar del alcohol para ponerse cualquier tipo de vacunas, entre ellas, por supuesto, la rusa contra el coronavirus.

Por suerte, y a la espera de que sea un anuncio verdadero, se ha dicho en estos días que la vacuna inglesa y la vacuna rusa, colocadas ambas a la misma persona, podrían llegar a tener el mejor de todos los resultados obtenidos. La ciencia, al parecer, estaría primando por sobre los intereses económicos y geopolíticos; o al menos, estaría intentando anotarse un humilde poroto, si termina siendo esta la solución al problema.

En definitiva, las fake news desinforman, y esa desinformación genera paranoia, angustia, y situaciones de desconfianza (o de confianza exagerada) en el gobierno del lugar en el que estamos residiendo, dependiendo del estado de pandemia en que nos encontremos; nada bueno puede salir de éste río revuelto. Debemos tener cuidado sobre lo que creemos, en este inmenso cúmulo de información con el que nos bombardean a diario; así es que, por todo lo expuesto, recomiendo a quien haya leído esta nota que verifique la información aquí expresada, antes de darla por verídica. Hay veces que no me creo ni yo mismo.


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