¿Error o salvavidas? Bodegas empiezan a apagar la tecnología

Además de empezar a prescindir de personal, las estructuras de grandes bodegas ya están dejando de lado inversiones que aparecían como cruciales hasta ahora: por ejemplo, el uso del big data para eficientizar su funcionamiento.

La crisis del vino en el mundo afecta a las bodegas mendocinas que intentan acomodarse. El INV (Instituto Nacional de Vitivinicultura) abrió la puerta a la desalcoholización de los vinos, de modo tal de empezar a adaptarse a las nuevas tendencias del consumo, que abandona los tradicionales brebajes a los que, por otro lado, se aferran con fuerza las antiguas estructuras de bodegas tradicionales.


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En Mendoza, ya es un runrún fuerte el raleo entre el personal de las bodegas más fuertes, y el malestar en el ambiente nadie lo puede ocultar. 

A la clásica puja de protagonismo entre enólogos y gerentes, se le suma el telón de fondo de una crisis a la que no escapa ninguno y que pone en stand by sus pretensiones de posicionamiento.

Hay algo más: en las grandes bodegas generalmente sus balances indican desfasajes entre la existencia de vino que deberían tener y lo que finalmente se comprueba que tienen en disponibilidad. Algunas, habían empezado un proceso de tecnificación de datos, con la Inteligencia Artificial como herramienta, que empezaba a descubrir los puntos grises y dejando en claro las responsabilidades en esa materia.

Sin embargo, la crisis ha empujado a que algunas se deshagan de tales herramientas, descartando la posibilidad de ir a la vanguardia y volviendo en el túnel del tiempo a las prácticas del pasado.

Esto deja una brecha abierta muy grande. Según algunos testimonios recogidos por La Picada de Memo, en estricto off the récord, dan cuenta de que las estructuras de conducción, en medio de la situación actual, se vuelven conservadoras o de hecho, retroceden y se abroquelan, desconfiando de cualquier apuesta a nuevas inversiones. El recorte, dejó afuera al futuro.

La diferencia entre tomar pedidos y enfrentar el comercio exterior

El otro factor que empieza a quedar en evidencia es la real dimensión de las áreas encargadas de las exportaciones de vinos en las bodegas.

Inclusive algunas de las más renombradas empiezan a darse cuenta de que han estado sentadas en la conformidad de "hacer lo de siempre", confiados en que el branding los salvaría, sin contar con los cambios de hábitos de consumos en la población global, que los ha relegado notoriamente, más allá de los escollos que les ha venido poniendo la propia Argentina a la hora de tener que comprar insumos y vender productos terminados.

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De tal modo que empiezan a reconocer que, en lugar de estar peleando mercados en el exterior, con una política tan agresiva como es el mercado internacional de vinos, lo que han estado haciendo es tomar pedidos de compradores de siempre. "En un mundo en donde lo único permanente es el cambio", como advirtió el historiador Juval Harari, lo que hacen no sirve, atrasa y más aún, si dan de baja a los sectores de las empresas que empezaban a usar el big data para eficientizar su tarea.

Por ello, todo indica que no serán pocas las novedades que surjan desde las bodegas a lo largo del año.

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