Un show en los sótanos de la política

El debate que se está dando en torno a la necesidad de que Mendoza tenga un Presupuesto para este año llega a marzo como una comedia de enredos. La discusión berreta y chicanera está aplazando la posibilidad de que la sociedad pueda asistir a argumentos de peso y decisiones que permitan vivir en un lugar lleno de oportunidades, pero que es rehén de las riñas menores que postergan lo importante.

Memo

La política implica diálogo y discusión. Nadie puede obligar al alineamiento en torno a una sola concepción sobre el estado de cosas.

En ese camino, el debate político puede desarrollarse de múltiples formas, ya sea en la superficie, a la vista de todos con alto nivel en el aporte de datos; a lo largo del contorno de los temas que la sociedad reclama que se transformen en acciones e, inclusive, en los sótanos, en la oscuridad de las negociaciones espúreas, secretas, vergonzantes sino delictuales.

Pero hay más, muchísimas otras formas en que se desarrolle la discusión sobre los temas importantes. En los últimos días pudimos ver cómo un tema crucial para Mendoza como es el presupuesto de gastos y recursos para encarar la gestión gubernamental de este año, se debatía con el lenguaje de los sótanos, pero transmitido en directo.

Una nueva forma salió a la luz y es la piñadera orillera y berreta de lanzarse chicanas entre los referentes de posiciones con el saldo increíble de que los lesionados no son los contrincantes, sino quienes vieron o pudieron ser quienes siguieran ese espectáculo.

Por televisión, los referentes del peronismo y del gobierno provincial perdieron su tiempo y el nuestro en pases de factura sobre incapacidades que les competen a cada uno de ellos, y no al resto de los mendocinos, anonadados por los fracasos continuados de un puñado de personas que los representan en la Legislatura.

Sucedió en el programa "Séptimo día", por Canal 7, en donde más allá de los denodados intentos periodísticos por reencauzar los manotazos de ring de barrio hacia un debate de altura, no se consiguió que se pusieran sobre la mesa datos concretos sobre por qué Mendoza no tiene presupuesto, ya arrancando el mes de marzo, ni podrá tener obra pública ni pagar las deudas.

¿No tiene mejor ejemplo el peronismo que pegarle a Mauricio Macri y el radicalismo que volver a resucitar la idea de Francisco Pérez? Los niños que nacieron sobre el final de la gestión de Pérez están entrando este año ya al jardín de infantes y les seguimos cantando el mismo cantito que cuando eran recién nacidos: ya se lo saben de memoria; ya no los entretiene. Ni siquiera a niños de 5 años. Imaginemos al resto.

Hace falta negociadores de fuste capaces de construir a acuerdos, en ambas partes. Y voceros autorizados, con todo lo que esa palabra implica. Salvo que lo que se pretenda sea, finalmente, que nada ocurra, que nada cambie, que todo resulte una puesta en escena y, en bambalinas, se reconozcan las actuaciones mutuas ante las luces de los medios con un abrazo entre pendencieros que se guardan para la próxima vez, en algún otro sótano, con o sin cámaras por delante.

Mendoza necesita que se levante la vara a su dirigencia para que termine lo que se ha convertido en una campaña electoral permanente. No funciona abonar en la ciudadanía la idea de que se trata de un juego de "víctimas o victimarios": hace falta que todos tengamos la oportunidad de salir adelante, con jerarquía.

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