Sólo los estadistas toman decisiones capaces de cambiar la realidad de los ciudadanos

Las grandes obras y las grandes decisiones son las que dejan en la historia a los gobernantes. Más allá de las naciones o los países, hay una cuestión que los distingue a todos y es la fortaleza para tomar decisiones más allá de los llamados "costos políticos" o de pensar en lo que será de su carrera.

Creo que una de las cosas que provocó la decadencia de una parte importante de nuestros representantes en los distintos niveles del Estado es el denominado "costo político". Ese costo que puede afectar la continuidad de una carrera y que es tenido en cuenta para tomar las decisiones, poniéndolo incluso por encima de los intereses del Estado y de lo que se necesita para el bienestar general y el futuro de una nación.

En el saco que menciono hay representantes de los tres poderes del Estado, porque en la actualidad incluso los jueces están preocupados de lo que puede pasar con un fallo o si la decisión que tomen pueden generarles protestas y dolores de cabeza.

Sin embargo, es mucho más común en el Poder Ejecutivo y Legislativo, tanto a nivel local como nacional. Se trata de una cuestión preocupante, porque los representantes que están pendientes de ese costo, no son los que harán las grandes reformas que se necesitan y que muchas veces requieren una postura firme que se base en el desarrollo del Estado.

Estamos a pocos días de dos cambios de mando y la pregunta es sí veremos a estadistas al frente del gobierno provincial y el nacional, esperando que se tomen decisiones que más allá del costo político y que son necesarias para avanzar como sociedad y entregar mejores condiciones de vida a los ciudadanos.

Como dijo Winston Churchill, "el político se convierte en estadista cuando comienza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones". A priori, y desde mi punto de vista, el perfil de estadista parece y puede acomodarle más a Rodolfo Suarez que a Alberto Fernández.

El mandatario nacional va a tener una labor difícil si quiere dejar huella como un estadista porque en el frente que lo llevó a la Casa Rosada hay un alto componente de populismo. Lo malo es que quienes aplican este tipo de política lejos de pensar en los futuras generaciones tienen como principal objetivo asegurar votos mediante decisiones que incluso ponen en riesgo el bienestar económico de una nación.

El rol del estadista también está definido por la forma en que encara la verdad de las situaciones complejas. Fernández ha evitado decir -tal como lo hizo Macri- el nivel del problema que se encuentra en el Gobierno. No llegará con soluciones mágicas y si al final de su mandato la inflación es del 20% tenemos que cantar victoria. Es algo que se dice al pasar, pero que en realidad debería ser la base de todo el discurso, para explicar por qué se toman medidas correctivas fuertes, si es que se toman.

A nivel local, el gobernador electo tiene toda la opción de transformarse en un estadista, porque se encontrará con un mundo muy distinto al que enfrentó en la esfera municipal. Las decisiones tienen un impacto mucho mayor y puede avanzar sobre cuestiones de fondo que pueden cambiar la vida de los mendocinos.

Ya enfrentó una campaña levantando una bandera que muchos no quisieron tomar por el denominado "costo político". Habló de reformar una ley antiminera y sostiene su posición, considerando que es la forma para ampliar la matriz productiva y generar empleo genuino.

Además, por ser primera vez que Suarez asumirá un rol con alto nivel de poder y decisión, por lo que tiene un margen de acción distinto a otros gobernadores que ya venían con una carga y un perfil político que muchas veces pudo condicionarlos.

Si el "costo político" sigue siendo una variable que no condicione las decisiones del actual intendente de Capital puede sorprender con una gestión que puede trascender. Eso, siempre que tenga la convicción de que una de ellas cambiará la vida de las personas y generar bienestar en la provincia.

En los tiempos que vivimos, donde vemos lo que sucede en Chile, Bolivia y ahora Colombia, cada vez se hacen más necesarios los estadistas capaces de estar por encima de cualquier tipo de presión y eventualidad para avanzar pensando en las futuras generaciones.

Ahora falta ver si los gobiernos que se avecinan tendrán ese perfil o si la contingencia los hará ir por el camino de una administración mas, como muchas que han pasado y que no han logrado cambiar el circulo vicioso de las constantes crisis.


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