La salud de quienes trabajan en la informalidad

"Esta priorización de la economía, si se hace en forma responsable, no implica dejar en segundo plano al tema de la salud", afirma Pablo Gómez en esta columna en la que habla del trabajo "en negro".

Pablo Gómez

En nuestro país más de la tercera parte de las personas que trabajan lo hacen informalmente, o como habitualmente se dice, "en negro". Es cierto que hay en este sector gente que simplemente busca esquivar la legalidad para tener menor carga impositiva y obtener más ganancias, pero es cierto también que en muchísimos casos los trabajos en negro existen porque cierto grupo de habitantes del país, quizá por no poseer la capacitación necesaria, no logran conseguir un trabajo formal.

Cuando la cantidad de personas que trabajan informalmente es tan alta, es necesario rever la lógica de que solamente se trata de gente que busca evadir carga impositiva. Debemos aceptar que el trabajo en negro es un problema social que corresponde atender, ya que genera además una gran cantidad de situaciones colaterales, que no están directamente relacionadas con la tarea que se realiza en sí misma. Hay entre quienes trabajan en negro buena parte del personal doméstico, de áreas relacionadas con la agricultura y la construcción; y en estos casos, la evasión impositiva que se genera no suele traducirse en más ingresos para las personas que trabajan, sino en una mayor ganancia de quien las emplea. En algunos de estos casos se suelen también hacer planteos en el sentido de que, de realizarse la inscripción correspondiente, los costos laborales de quien da el empleo ascenderían a niveles a los cuales directamente no se contrataría a la persona, por lo que suele argumentarse que la contratación en negro es necesaria para permitir que esa tarea se realice. Puede ser que en algunos casos se deje de generar algún puesto laboral, pero no es una excusa que deba ser tenida en cuenta: el trabajo informal es perjudicial para la persona que lo realiza (que entre otras cosas no posee aportes jubilatorios ni obra social) y para la sociedad en la que se desarrolla, por lo que más allá de las excusas, es necesario tender a minimizarlo hasta que desaparezca.

Además de esto, en tiempos de pandemia, las personas con trabajos informales han sufrido en mayor medida que quienes trabajan "en blanco", debido a que el Estado, cumpliendo unos de sus roles fundamentales, ha implementado ciertos beneficios para sostener a los distintos sectores laborales de la ciudadanía. Pero eso sí, la ayuda solo llega si las personas trabajan registradas, lo cual es natural y correcto, pero en definitiva, la gente que realiza tareas informales no ha recibido soporte del Estado (desde el punto de pista del trabajo) por su misma condición laboral.

Entonces, ¿cuál es la solución al problema? Sin dudas que la solución de fondo, es erradicar el trabajo informal. Pero hasta tanto, y entendiendo que estamos hablando de personas que con su trabajo mantienen también a menores, es necesario intentar una solución en el corto plazo. Y en mi opinión, la solución más eficaz está en disminuir las restricciones sanitarias dentro de lo posible, para que todas las personas puedan trabajar. La pandemia nos obliga a tomar precauciones, pero no debe encerrarnos más allá de lo estrictamente necesario, para que los engranajes de la economía vuelvan a girar; de este modo, todas las personas que forman parte de la sociedad podrían desarrollar sus actividades cotidianas y volver a tener ingresos que les permitan llevar adelante sus vidas, sin necesidad de estar dependiendo de ayudas gubernamentales.

Esta priorización de la economía, si se hace en forma responsable, no implica dejar en segundo plano al tema de la salud: no solo enferman por culpa de la pandemia las personas a las que les da covid, sino también las que sufren por el encierro prolongado, las que pierden su trabajo, y las que no pueden desarrollar sus actividades cotidianas, sean estas formales o informales. También cuando hay recesión económica se incrementa la mortalidad infantil, nuevamente, entre infantes de familias que en la gran mayoría de los casos poseen ingresos informales: estos fallecimientos, aunque no los visibilicemos, son también de pandemia.

En definitiva, y aunque a primera vista no parezca sensible, la apertura de la economía es una necesidad de la sociedad para poder minimizar los efectos de la pandemia; siempre con precauciones, siempre con compromiso solidario de todas las personas que formamos parte de la comunidad para minimizar contagios, pero sin dejar de ver a la ciudadanía invisibilizada, que es la que en primer lugar sufre las consecuencias de esta y de todas las crisis por las que atravesamos, a lo largo de los años, en nuestra querida Argentina.

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