Mientras la sábana sea corta, no hay forma de tener salarios más justos

Los médicos salieron a la calle a pedir mejores salarios. Nadie duda de la justicia que hay detrás de su reclamo, pero un Estado que no es capaz de generar más recursos hace años, no tiene muchas herramientas para dar soluciones reales.

No cabe duda que hay deudas que los estados mantienen con ciertos sectores. La salud y la educación son, quizás, el reflejo más palpable porque son cuestiones fundamentales para el desarrollo de una sociedad y siempre enfrentan carencias. Lo peor, es que la pandemia nos vino a recordar lo importantes que son y lo olvidados que están a la hora de fijar prioridades.

Cuando hablamos de carencias en esos sectores, también hablamos de sus trabajadores, los cuales son la cara visible de las necesidades. Por eso después de un año y medio en la primera línea para enfrentar la pandemia, nadie puede negar que los profesionales de la salud merecen tener buenos salarios. Nadie duda de los merecimientos, pero hay una cuestión de fondo que lleva décadas sin resolverse y que es la piedra de tope para avanzar en un mayor nivel de justicia.

Sólo se necesita una revisión de los presupuestos provinciales de los últimos años, y quizás de la última década, para darse cuenta que más de la mitad de todo el dinero que considera la provincia en sus desembolsos corresponde a salarios. Prácticamente, lo que se recauda es para poder pagar a los empleados que tiene el Estado y el resto, lo que queda, se destina para -por ejemplo- alguna obra.

Si consideramos que hace mucho tiempo que Mendoza no produce lo necesario para cumplir con sus obligaciones y dejar recursos para avances en otros ámbitos, es casi imposible pensar en cambiar la realidad salarial de los empleados de la salud para llevarla a una realidad que nadie discute que sería más justa.

Hoy la sábana es corta y destinar más dinero a un lado, necesariamente significa quitarle a otro. No sobre nada, y es más, no casi no alcanza para todo y cada cierto tiempo se tiene que recurrir al endeudamiento.

La solución para todos estos males y para pensar en algún grado mayor de justicia salarial, no es otra que lograr una mayor recaudación a través de aporte de los sectores productivos. Sin embargo, la matriz productiva de Mendoza -como hemos repetido hasta el cansancio- está agotada y es necesaria su ampliación.

Con la realidad económica del país y una inflación galopante, la única forma para avanzar como provincia es generar más recursos, no hay otra opción. Las fórmulas mágicas no existen y sin nafta la máquina no anda.

Es tiempo de menos seminarios y disertantes reflexionando sobre el futuro de Mendoza y sus opciones. La pandemia hizo que los tiempos apremien y que dejemos los grandes pensadores para comenzar a activar a los grandes hacedores.

Sin cambios de fondo, no habrá posibilidad de cambios en la realidad de los salarios estatales.


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