Qué esperar de la jefa de "Justicia Legítima" al frente de los espías

No puede hacerse un balance de su gestión al frente de la AFI antes de que la realice. Pero sí discutir si era necesario "intervenir" un área que ya está bajo control del Presidente.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Todos los gobiernos han dicho que debe controlarse a los servicios de Inteligencia. Todos los gobiernos han recaído ante la tentación de que todo siga funcionando igual (de mal) pero para su provecho. Lo que se termina por aceptar tácitamente desde la sociedad es que los gobiernos reclamen algo que les compete y, precisamente, el poder lo tiene centralmente el Presidente, el Poder Ejecutivo y el control, el Congreso.

Por ello resulta al menos extraño que se anuncie una medida de "intervención" del organismo que nuclea la actividad de capas partidarias de espías acumuladas a lo largo del tiempo, ya que de hecho, ya está bajo dependencia del Presidente y podría actuar de hecho: debería hacerlo. Por lo general, se interviene lo que le es ajeno y la AFI que remplazó a la SIDE ya fue modificada, se supone (o al menos así se lo anunció en su momento pomposamente), por el gobierno de la actual vicepresidenta, Cristina Kirchner, quien puso al frente a su asistente personal Oscar Parrilli.

La función que siempre se reclamó para el organismo fue la de anticiparse a los delitos, para que no se produjeran. Lo que se acusa que sigue haciendo es promover causas judiciales contra adversarios políticos, además de un mercado persa de cosas: aprietes, carpetazos y hasta encuestas electorales que paga el Estado.

Ahora, en un nuevo intento por controlar el descontrol, se anuncia que se interviene algo que es propio y al frente, el presidente Alberto Fernández, colocó a la fiscal Cristina Camaño, quien estuvo al frente de la Oficina de Observaciones Judiciales encargada de las escuchas telefónicas y es la jefa del espacio ideológico "Justicia Legítima" que busca cambiar los paradigmas dentro de las decisiones judiciales. Esperan que, en principio, en 180 días cumpla su misión.

¿Está bien o está mal? Nada puede resolverse con opciones maniqueas. Menos, opinarse a priori y sobre un área que está oscura, opaca a la pretensión de transparencia política y financiera.

Estará bien si no se trata de una puesta en escena para copar el espacio y se logra evitar con su accionar la proliferación de delitos, no los barriales, que ya tienen responsables que deberían encargarse, sino los grandes, los de guante blanco, terroristas o que condicionan con su dimensión a todo un país.

También podría tratarse solo de una búsqueda de adversarios, tildados como "enemigos" desatando una "cacería" dentro de algún plan vengativo justificado en las filtraciones y operaciones de la que se acusa a la AFI haber hecho o al menos encargado contra el gobierno de Cristina Kirchner y Amado Boudou.

(Paréntesis: de aquí salieron las escuchas difundidas ilegalmente, en las que la expresidenta trataba de "pelotudo" al exjefe de los espías, Oscar Parrilli, entre otras, como mandar a "suturarse el culo" al presidente del PJ, José Luis Gioja, y con las que muchos medios hicieron un festival de notas)

Pero está claro: o este "servicio" del Estado se dedica a anticiparse y desarticularlos, o participa en su regulación y administración. O rompe los vicios partidarios preexistentes, o los unifica al servicio del político de turno. Un cambio rotundo, pero efectivo y despartidizado, tiene que producirse.

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