La crisis de las naftas muestra el fracaso total del plan de Massa

Los excesos de regulación en todas las etapas terminan generando un absurdo faltante cuyo único culpable es el gobierno. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Dicen que para muestra sobre un botón, y lo ocurrido con el tema de las naftas es un buen ejemplo de la acumulación de distorsiones en la economía. En principio hay que recordar que lo ideal es dejar que las operaciones de bienes y servicios fluyan libremente y eso determine los precios.


Más allá de los latiguillos de campaña de Massa y Milei, ¿por qué falta combustible?

Cuando el gobierno quiere intervenir solo puede regular los precios o las cantidades. Si toca los precios, disminuyen las cantidades (caso típico del dólar) y si tocan las cantidades se alteran los precios. En el caso de las naftas, además, se junta otro problema y es la distorsión respecto del precio del petróleo crudo, idea que en su momento instaló el exministro Roberto Lavagna.

En su momento, el precio internacional del petróleo subió de 16 a 20 dólares el barril, pero, de pronto, comenzó a subir y en menos de un mes pasó por 25, 30 y 35 dólares el barril. Lavagna consideró que eran pecios especulativos y fijó el precio en 20 dólares, lo que se denominó "barril criollo". Desde ese momento el crudo siguió subiendo y llegó hasta us$150 el barril y las petroleras tenían que negociar con el gobierno para la actualización de esos valores.

Justo es recordar que en algún momento el precio del crudo bajó con mucha fuerza y eso afectaba los costos de explotación y las petroleras pidieron que el barril criollo fuera fijado por encima del precio internacional. O sea que ha servido para todos, menos a los consumidores.

Pero el problema es que nunca pudieron salir de la trampa del barril criollo, mientras en el mundo sigue subiendo el precio del crudo. Más allá de la oferta y demanda y la forma en que los países de la OPEP manejan la oferta para hacer subir los precios, un dato importante es que crecen los yacimientos del sheil-oil y sheil-gas y, en estos casos, los costos de extracción de petróleo usando fracking son mucho más altos que los de los yacimientos convencionales.

Al día de hoy estamos con un "barril criollo en 52 dólares y un barril Brendt en 90 dólares. Aquí la primera distorsión. La segunda viene por las diferencias del tipo de cambio. A las petroleras se les otorgó un tipo de cambio diferencial (como al resto, que les permite exportar a un promedio $520 por dólar para que traigan divisas, todas las que van al Banco Central. Pero a su vez deben importar diesel, porque la producción nacional no alcanza, y debe hacerlo a 92 dólares más flete para venderlo a menos de 50 dólares.

La tercera es el congelamiento de los precios al público. En el año, la inflación acumulada es el del 115% y los combustibles habían aumentado 66%, hasta el 31 de octubre pasado. Este desfasaje ya genera muchos inconvenientes para las empresas. Entre las pérdidas que tiene afrontar por no poder el crudo al precio internacional, sumado a la diferencia cambiaria desfavorable y el congelamiento de los precios al público, se pude apreciar la sumatoria de distorsiones que se acumularon.

Esta política ya generó que muchas empres petroleras internacionales hayan vendido sus concesiones porque no les conviene operar en la Argentina, pero además hay un dato que no es menor. El Estado argentino es accionista mayoritario de YPF y detenta su administración. Pero es una empresa que cotiza en el mercado de Nueva York y debe dar explicaciones permanentes a los accionistas, pero a todos. Y puede venir alguna demanda por los perjuicios que estas políticas generan en los balances de la compañía, afectando el valor de los activos de los accionistas.

Las importaciones de combustibles estaban paralizadas y solo se reactivaron ante los faltantes. Hubo dos barcos esperando quince días hasta que, con la crisis, el BCRA liberó las divisas y ahora están llegando cinco barcos más. Pero en lo interno, tenemos problemas en los yacimientos del norte argentino que están siendo abandonados y eso llevó al cierre de la refinería de Campo Durán,Salta, que es operada por YPF, por falta de petróleo. Estos elementos, sumados a los problemas de importaciones de insumos médicos, muestran el fracaso total de la estrategia e Massa, que hizo las cosas al revés.

El dólar sigue al acecho

A medida que pasan los días y se acerca la fecha del balotaje, más personas van tratando de tener cobertura, según capacidad de ahorro. Los que menos tiene, buscan ahorran en mercaderías o insumos, tanto en caso de particulares como en casos de pymes industriales y comerciales, mientras algunos mayoristas están limitando las ventas por temor a no poder reponer, sin certezas de cantidades ni de precios.

Ya no hay corridas, como se produjeron después de la devaluación, pero está claro que los ahorristas y los operadores, van tomando posición en dólares sin prisa, pero sin pausas. Ya no existe el miedo a una dolarización inmediata y se aceleran las apuestas a un desdoblamiento cambiario, como anticipamos en esta misma columna un mes atrás.

No obstante, la mayoría de los operadores están convencidos que el próximo presidente, cualquiera que gane, necesitará hacer una adecuación del tipo de cambio porque la reactivación solo podrá venir de las exportaciones y eso activará el mercado interno y la creación de puestos de trabajo genuinos. Es algo que no puede postergarse, por eso el consultor Salvador Distéfano señala que en el mercado de futuros para noviembre se pacta un precio de $392, pero para diciembre ya se pacta en $657.

De todos modos, sigue habiendo algo de demanda en los mercados financieros, aunque menos por los operativos que hace la AFIP. No obstante, la baja del dólar blue a $920 puede deberse más a que los grandes operadores, que en su momento hicieron subir el precio, ya se han retirado y se han derivado a otras opciones.

Lo que se sigue mirando con mucha preocupación es la situación de las reservas del BCRA. Ya han llegado a niveles de deuda con los importadores de us$10.000 millones y se calcula que las reservas netas no superan los us$12.000 millones. Esto marca no solo una situación de mucha fragilidad, sino que, además, afecta seriamente el desarrollo de muchas actividades que necesitan insumos importados. La fabricación y distribución de medicamentos hoy tiene prioridad, pero no la tiene la provisión de insumos médicos para prácticas quirúrgicas, reactivos para laboratorios o repuestos de máquinas para estudios de complejidad.

Todo cae en el mismo punto. La Argentina necesita rápidamente ir adecuando su tipo de cambio para poder llegar a una liberación del cepo, que le dará más dinámica al comercio. Y otro dato a tener en cuenta. Con el sistema actual, donde los exportadores tienen la obligación de darle sus divisas al Banco Central, este debe emitir pesos para pagarles, lo que transforma las exportaciones en una fuente de emisión monetaria y de inflación. Un absurdo.

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