La homosexualidad como motivo de insulto

¿Es un insulto tratar de gay a una persona, cuando se le tilda agresivamente de "puto"? Lo discute aquí Pablo Gómez, en una nota que está para el debate.

Pablo Gómez

Hacen ya algunos días, un posible candidato nacional "insultó" en un acto público de su sector político a un legislador mendocino de otro espacio, y en este supuesto "insulto" (palabra más palabra menos) lo trató de homosexual. Y las comillas de la palabra "insulto" vienen a cuento de que, aunque el político pretendió menospreciar con sus palabras al legislador, y de hecho días después pidió disculpas por ese hecho, me resulta complicado entender que sigamos considerando ofensivo que, tratar de gay a un varón, sea insultante para esa persona.

Creo entender, por haber pasado mi adolescencia y parte de mi adultez en el siglo XX, y por ser parte de la tribu de varones heterosexuales con dificultades de deconstrucción (se intenta pero no siempre se logra), que el razonamiento de quien intenta insultar a otro varón tratándolo de homosexual, sería más o menos el siguiente: "insultaría a este varón tratándolo de mujer, que es un ser inferior, pero la gente se va a dar cuenta de que no es mujer, así es que voy a tratarlo de homosexual, que es ese grupo de varones que se autoexcluyen de la superioridad, y se comportan como mujeres". No comparto ni una coma de este razonamiento, y es muy probable que muchos de quienes utilizan a la homosexualidad como motivo de insulto digan que tampoco lo comparten pero, en definitiva, algo en su interior tiene una forma de pensar de este estilo.

Ese razonamiento es equivocado en todos sus conceptos y claramente demostrable ese error. En primer lugar, las mujeres no son inferiores a los varones; es más, hay algunos indicadores que mostrarían su superioridad en muchos casos. Ya he comentado este hecho en algún otro escrito, pero vale la pena repetirlo: en la Universidad Nacional de Cuyo, la Casa de Estudios más prestigiosa del oeste argentino, todos los años asisten al acto del día de la Universidad catorce abanderadas/os de las distintas Unidades Académicas; entre diez u once, año a año, son mujeres. Son mejores alumnas en ciencias duras y en ciencias blandas, más inteligentes, más perseverantes y más dedicadas. Si vamos a tratar a algún subgrupo de seres humanos de superiores (aunque no es mi estilo) creo que estas mujeres tienen serias chances de lograrlo. Yo diría que no son superiores; pero eso sí, claramente no son inferiores.

La otra suposición errónea está en tratar a los varones homosexuales de "mujercitas". Los gays no se comportan como mujeres, simplemente tiene un gusto sexual distinto a los heterosexuales. Un gay es varón y homosexual, y al igual que ocurre con cualquier otra inclinación sexual, debe ser tratado con el respeto que se merece, y que la legislación vigente también le otorga.

Existen también, de parte de varones heterosexuales, algunos "insultos" que forman parte (por ejemplo) de cantos de hinchadas de fútbol, y que consisten en demostrar su hombría y heterosexualidad acusando al rival de homosexual, e invitándolo en el mismo canto a realizar un acto sexual en conjunto. Frases que indican que se les va a realizar sexo anal a los varones del equipo rival, o que los invita a que le succionen el órgano reproductor a los de este equipo, no son más que raras confusiones de sexualidad de quien las profiere: en un acto sexual entre dos varones, ambos actúan como homosexuales; quien pretenda ser más macho y re hetero por ser el participante activo del hecho, lamento que se entere de este modo, pero está siendo parte de una relación homosexual. Tranquilo hombre, no pasa nada, es libre de serlo, no debe ser discriminado por eso.

En definitiva, y volviendo a aquel varón del inicio que, pretendiendo empatía con las personas a quienes solicita su voto, profiere insultos discriminatorios, opino que la solución al problema es simple: consiste en no votar a quienes discriminen, y que sea la misma ciudadanía la que los excluya de los escenarios y puestos de gobierno. Quizá cueste, por la dificultad natural que todas las personas poseemos en detectar que estos gestos son discriminatorios; pues bien, llegó la hora de hacer un esfuerzo extra. Las minorías sexuales lo agradecerán.

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