La bandera y el banco de la Legislatura

Una bandera argentina fue lo único que no se quemó en una sala totalmente arrasada por las llamas en la Legislatura. Y la incongruencia del banco rojo...

Pablo Gómez

Cuando el fuego se apagó y el humo bajó, y aunque los violentos aún gozaban gracias a su onanismo mental generado por sus capacidades políticas diferentes, emergieron en la Legislatura de Mendoza algunos símbolos.

Por un lado, en una de las oficinas más destruidas, rodeada por un aire acondicionado que "chorreaba" desde arriba de la ventana que daba a Peatonal Sarmiento, y entre lámparas de vidrio derretidas y convertidas en lágrimas cristalinas que buscaban llegar al piso desde sus plafones, se veía una bandera. La enseña de nuestro país, entera, sin manchas ni quemaduras, sobrevivía en medio de la destrucción.

Hay quien dice que fue un milagro. Hay también quienes explican que, en una habitación en la que muy probablemente hubo más calor que llamas, y debido a que según las leyes físicas el aire caliente se va para arriba, se produjo una situación en la cual el aire acondicionado y las lámparas, ubicadas más cerca del techo, sufrieron temperaturas más altas que la bandera, que emerge desde el piso hasta sus casi dos metros de altura.

Por otro lado, y en las afueras del edificio, el banco rojo puesto en conmemoración de las mujeres que fueron asesinadas por quienes decían amarlas, fue arrancado del piso y usado por los violentos como ariete para intentar romper una de las puertas de ingreso a la Casa de las Leyes. Y digo "los violentos" en masculino porque eran varoncitos quienes, supuestamente participando de una marcha generada por un femicidio, rompieron al símbolo de la lucha contra esos mismos asesinatos agravados que dicen defender.

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En definitiva, y en mi humilde opinión, los dos símbolos se unen. Y nos muestran a personas antidemocráticas abusando (una vez más) del reclamo genuino llevado adelante por una grandísima mayoría de mujeres pacíficas, hartas de femicidios, y de que los violentos las abusen; esos violentos sacaron el foco del verdadero problema, y aprovecharon los mismos símbolos que decían defender (como el banco rojo) para atacar a la Democracia.

Pero la Democracia de nuestro país, como la bandera argentina, resurge entre los destrozos, aunque a su alrededor los bienes materiales se incendien y lleguen a chorrear hasta el piso; la Democracia argentina sobrevive, sin ninguna mella, y sigue adelante, con sus símbolos y con su gente, la grandísima mayoría del país, aunque apoye a su gobierno o se queje del mismo, en paz y armonía, para intentar salir adelante, siempre adelante.


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