Entre la oportunidad de ser más justos y el peligro de caer en el populismo

Chile va a las urnas a la elección más importante desde el plebiscito de 1988. Lo que se decida puede ser una oportunidad para mejorar como país o caer en algunos vicios que ya hemos visto en otros vecindarios del barrio.

Un plebiscito terminó con la dictadura en 1988 y ahora un plebiscito es la oportunidad que tiene Chile para avanzar con un país más justo, o por lo menos así lo ven muchos chilenos. Hoy al otro lado de la cordillera se vota el cambio a la Constitución. Se trata del cambio más importante en más de 30 años y que es una consecuencia del estallido social que se inició hace un año.

Todo indica que el apruebo, o sea el voto a favor de cambiar la constitución, resultará ganador, pero lo que resta por definir es la forma en que se llevará el proceso. Las opciones son una asamblea constitucional y una asamblea mixta, la primera con el 100% de sus miembros electos y la segunda con mitad de miembros electos y la otra mitad con legisladores.

Pero más allá del resultado de este segundo punto de la votación, claramente Chile tiene una opción para mejorar en varios aspectos y apuntar a una sociedad más justa. Sin embargo, y en base a los movimientos que se han generado desde el estallido social de octubre del año pasado, también se corre el riesgo de un avance fuerte del populismo.

No cabe ninguna duda que en Chile se necesitan cambios, porque la prosperidad macroeconómica no tuvo un efecto que hiciera que ese bienestar llegara a todos, especialmente a la clase media. La puerta que se abrió es la de un plebiscito para modificar la constitución, pero también se abre la puerta a discursos que son absolutamente populistas, muy parecidos a los escuchamos acá en la Argentina.

El populismo ha demostrado que está lejos de ser solución y es más el origen de otro problema. Los que viven de él son expertos en decir lo que la gente quiere escuchar y ganarse los aplausos con discursos rimbombantes en medio de las masas. Sin embargo, una cosa es el discurso de la calle y otro es llevar eso a la realidad de la conducción de un país.

El modelo económico chileno ha sido exitoso en términos macroeconómicos y claramente es necesaria una mejor distribución de la riqueza y un mayor gasto público en materias como la educación y la salud. Por eso, a la hora de avanzar sobre algo tan importante como la Constitución, es clave hacerlo considerando lo que debe mejorar, pero rescatando y potenciando lo positivo que se ha logrado en las últimas décadas.

Hoy se escuchan líderes "populares" que quieren ir y explotar todo, sin entender que en los contextos actuales -y con claros ejemplos- Chile está en una sintonía correcta en su relación con el mundo. Sin embargo, a nivel interno hay muchas cosas que debe mejorar, pero siempre está el peligro de los discursos y las acciones populistas que avanzan apenas ven una puerta abierta.

Un ejemplo de lo que menciono es la posibilidad que se dio a los chilenos para que, en medio de la cuarentena, pudieran sacar el 10% de sus ahorros previsionales con el objetivo de enfrentar la crisis económica que se generó a partir del cierre de muchas actividades. Fue una medida acertada y generó un impacto positivo en el consumo y no fue un desastre para el modelo económico, como muchos decían.

Sin embargo, ahora aparecieron legisladores independientes y de partidos de centroizquierda que están pidieron un segundo retiro. Es decir, vieron que impactó positivamente en la sociedad y quieren ver si algo de rédito les puede dejar. Eso, porque ya un segundo retiro sí puede tener un mayor efecto económico y porque no se cumple con los prometido tras permitir el primer retiro, que iba a ser por única vez. Como sabemos bien en la Argentina, en el mundo en que vivimos la seguridad jurídica y la confianza es fundamental para atraer inversiones, pero un país que dice una cosa y después cambia las reglas y hace otra, genera más dudas que certezas.

Seguramente, como dicen algunos analistas al otro lado de la cordillera, Chile va camino a una social democracia con un mayor foco en las necesidades internas, pero también se abren las puertas para promesas que sólo permitirán que algunos que hasta hace un año no tenían chance de llegar a un lugar de poder, puedan ocupar espacios en los que se toman determinaciones importantes. Lo van a lograr en base a promesas, pero el peligro es que se avance con modelos que aplicaron el "pan para hoy" sin pensar en el futuro y hoy una nación que no proyecta a futuro está destinada al fracaso.

Casi con seguridad se va a empezar el proceso para una nueva constitución, un proceso que cambia el rumbo de un país y espero que sea de la mejor manera posible. Ojalá aprendamos de los errores propios y de los errores que vemos en el vecindario, donde el populismo hizo y sigue haciendo estragos en países que pasan miserias cuando podrían ser potencias mundiales.

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