El aciago destino que les espera a los inmigrantes

"Los cenotafios me dieron la razón", señala el autor de esta nota y habitual lector colaborador de Memo, Eduardo Da Viá. "Las personas abandonan sus respectivos países a causa de las guerras provocadas o estimuladas por las principales potencias mundiales, siempre en búsqueda de más poder, de petróleo, de oro o de Coltán".

Eduardo Da Viá

En el mes de junio de 2018, publiqué en Ser-Parte, una página de arte de Facebook muy prestigiada, una foto a la que titulé "Inmigrante" y que a continuación les presento.

Reproduzco copia de aquel artículo que ahora vuelve a tomar vigencia y me inspira a continuar escribiendo sobre los temas que se desprenden del mismo:

"Hace pocos días atrás, (año 2018) en una de mis habituales caminatas en solitario, armado sólo de mi cámara fotográfica, de repente vi una imagen tan clara, dada por la casual composición en que se encontraba encuadrada, que tomé un par de fotos y continué la marcha inmerso en una gran pesadumbre.

El leitmotiv de la foto era una PALMERA, ubicada junto con otras, con motivos meramente ornamentales, en el frente de un nuevo emprendimiento inmobiliario sito camino a El Challao, costado sur de la avenida pertinente.

No hay palmeras nativas en Mendoza, todas son importadas de las regiones boscosas del nordeste o de viveros especializados, pero las plantas madre son definitivamente foráneas.

Es decir que la totalidad de las palmeras de Mendoza son inmigrantes esclavizadas para adornar casas y barrios de ricos.

Volviendo a la fotografía, en primer plano LA PALMERA INMIGRANTE, ejemplar joven, desnutrido, deshidratado, con la cabeza gacha, y apoyado en un par de rústicos bastones para poder permanecer de pie. En suma: vencida.

Detrás la valla azul, con que las autoridades de migraciones pretenden impedir el ingreso de la infeliz. La valla ya ha sido desgarrada quizá por otro inmigrante más desesperado o más osado y habrá cruzado furtivamente a costa de su libertad o de su vida.

Por último, en el plano de fondo, las casas de los ricos, absolutamente indiferentes al drama de millones de seres humanos que para ellos no existen.

Dije más arriba que la guerra, fabuloso negocio, es una de las causas principales de semejante aberración. Estoy seguro que varios de los que habitan esos palacios, se benefician directa o indirectamente con los pingües dividendos que las conflagraciones desatadas por las grandes potencias, brindan bajo el disfraz de altruistas."

Lo cierto es que la publicación tuvo muy buena aceptación por parte de más de medio centenar de miembros de la página, en su mayoría artistas o simplemente admiradores del arte, que captaron al instante la alegoría, y a la vez que me felicitaban por la foto, se lamentaban del terrible significado alegórico de la misma

Hace pocos días atrás pasé por el mismo lugar, han transcurridos 3 años y de aquellas palmeras, 17 en total, solo sobreviven 11, en lugar de las restantes, obviamente fallecidas, sólo quedan 6 cenotafios que la hierba comienza a cubrir.

Murieron en el intento, y las que sobreviven distan de estar lozanas; una pocas hojas verdes y el resto simulando luengas barbas amarillentas, señal indiscutida de deshidratación y carencia de cuidados.

En la fotografía 2 se puede aprecias un cenotafio señalado por una vara y un palmera sobreviviente

Cenotafio

Mucho se dice y se escribe en el mundo sobre el "problema" de los inmigrantes, creo que llamarlo así es un cobarde eufemismo, dado que problema significa "disgusto, preocupación", cuando en realidad es un verdadero "drama" por cuanto se trata de "sucesos infortunados de la vida real, capaces de conmover vivamente"

Las personas abandonan sus respectivos países a causa de las guerras provocadas o estimuladas por las principales potencias mundiales, siempre en búsqueda de más poder, de petróleo, de oro o de Coltán.

Los países que más padecen de las inmigraciones masivas son El Líbano, donde ya el 40% de los habitantes son refugiados, otro tanto sucede con Turquía que alberga más dos millones y medio de sirios que huyen de los "horrores" que padecen su país de origen.

En ambos países, anfitriones forzados, hay Campos de Refugiados, donde se los separa por sexo, con lo que las parejas y los matrimonios se van disolviendo con el tiempo, y, si bien se le provee techo y comida, se les priva del bien más preciado: la libertad.

Hay miles de infelices esperando años en esta aberrante situación, con la esperanza de que algún día sean recibidos por otro país que les brinde la oportunidad de realizarse como seres humanos que son.

Los argentinos tomamos estos verdaderos genocidios como meras noticias periodísticas de algo que afortunadamente no nos toca y que además ocurre muy lejos de aquí.

Quienes sostienen esa postura, o son ignorantes o son mentirosos; veamos cifras:

Inmigración Paraguaya: 550.000

Inmigración Boliviana: 350.000

Inmigración Peruana: 160.000

Estas tres corrientes migratorias, que suman alrededor de un millón de personas, solo son superadas por la italiana y la española.

Y pareciera que hasta aquí llegaría este lamentable tema; nada más alejado de la realidad.

Argentina tiene hoy una población estimada en 45 millones de habitantes, de los cuales casi 20 millones son pobres entre los cuales se cuentan 5 millones son indigentes; ambas cifras han aumentado en los dos últimos años.

Entendiendo por Pobreza (OMS) la privación de bienestar de manera pronunciada, es decir, la falta de acceso a capacidades básicas para funcionar en la sociedad y de un ingreso adecuado para enfrentar necesidades de educación, salud, seguridad, empoderamiento y derechos básicos.

Por empoderamiento entendemos el proceso por medio del cual se dota a un individuo, comunidad o grupo social de un conjunto de herramientas para aumentar su fortaleza, mejorar sus capacidades y acrecentar su potencial, todo esto con el objetivo de que pueda mejorar su situación social, política, económica, psicológica.

Finalmente se considera "indigentes" aquellas personas que se encuentra en una situación, de pobreza y miseria característica, no posee ingresos propios, es decir que el indigente carece de empleo o trabaja en condiciones inestables. La persona que se encuentra atravesando por esta situación por lo general no cuenta con hogar, razón por la cual suele dormir en las calles o en su defecto en un albergue, en el caso de que existe algún tipo de ayuda social por parte del gobierno, de no ser así éste dependerá netamente de la ayuda de las personas para poder sobrevivir. Este tipo de personas suele vivir una situación de marginación social por causa de la extrema pobreza que sufren. Según algunos estados, se encuentran en situación de indigencia todos aquellos hogares que no cuentan con los ingresos suficientes para poder cubrir con la canasta alimentaria.

Vale decir que el "Granero del Mundo" hoy tiene hambreada a casi la mitad de su población, y yo me pregunto y les pregunto, ¿No creen Uds. queridos lectores que toda esa gente no ansía MIGRAR de sus asentamientos y villas miserias hacia una locación y una calidad de vida mejores, compatibles con su condición de ser humano que en nada difiere de los habitantes de barrios privados?

La situación actual, insisto, es la siguiente:

En condiciones de bienestar: 25 millones de argentinos

En condiciones de pobreza: 15 millones.

En condiciones de indigencia: 5 millones

Los dos últimos grupos pugnan por pasar al estatus superior en forma estable, a veces por medios violentos como asentamientos en terrenos que tienen dueños, u ocupación de viviendas o edificios desocupados o sin terminar, pero son la minoría porque saben que tarde o temprano tendrán que volver a la condición anterior

Si aceptamos la realidad, debemos admitir que son migrantes en potencia y en número muy superior a la totalidad de las inmigraciones foráneas

Sin embargo y a diferencia de otros países, en la Argentina no hay vallas materiales de hierro, alambre o ladrillos, como el Muro de Berlín o el de Trump, donde además, si algún temerario logra transponer el límite, lo apresan o lo matan.

En la Argentina un pobre puede circular y hasta trabajar en el sector de los que gozan de bienestar, un indigente puede dormir en el umbral de una iglesia o en un banco de plaza.

Pero lo que no pueden es pasar de una categoría a otra, tal como ocurre con las castas en la India, entonces ¿qué es lo que se los impide?

Se los impiden las vallas que existen aunque no se vean, más crueles aún que las materiales, impuestas por las otras categorías de ciudadanos y que son la indiferencia, la discriminación y la explotación.

Los ricos y gran parte de la clase media ignoran la pobreza y más aún la indigencia, cuando emplean a algún "afortunado" primero lo examinan de pies a cabeza, donde vive, si posee o puede disponer de un teléfono, si es mujer cuántos hijos tiene por cuanto a mayor cantidad de hijos mayor la posibilidad de faltar al trabajo por enfermedad de alguno de ellos.

Noam Chomsky el afamado activista y profesor emérito en Yale, dijo que lo peor que le puede pasar a los hijos de un matrimonio pobre, es que acuciada por la estrechez económica y teniendo como único ingreso el del esposo, la madre también consiga un empleo; pues en este caso el mayor de los hijos debe cuidar a sus hermanitos y por lo tanto abandonar la escuela, que le proveería de la única arma para salir de la situación de opresión: la educación.

También los discriminan haciéndoles vestir ropas que los identifica como empleadas domésticas, o jardinero o recolector de basura, además los maltratan amenazándoles constantemente con el despido.

El empleo casi nunca es legal, son trabajadores "en negro", expresión que me repugna pero que expresa una dura realidad. Como consecuencia no tienen obra social, vacaciones, ni aportes jubilatorios: por cierto el estipendio siempre por debajo de los montos acordados por ley.

Vale decir que las vallas que la sociedad erige, no les impide transponer los límites invisibles que separan un estatus de otro, pero les impone necesariamente regresar a aquel del cual proviene.

Toda esta sumatoria de abusos que significan una verdadera tragedia social, está representada en una simple fotografía de una incauta y esmirriada palmera ornamental.






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