¿Doble comando o delegación temporal de la jefatura?

"El dictado de directrices, desde adentro y desde afuera, no hacen más que demorar cualquier intento de despegue de una provincia empantanada que no encuentra rumbo que tomar y que transita una situación sanitaria delicada que requiere de extrema atención, diluyendo la supremacía institucional que debiera otorgar el poder bien entendido, ese que se debía entregar el pasado 9 de diciembre junto al resto de los atributos", dice Daniel Urquiza, autor de esta nota.

Daniel Urquiza

Dice la historia que cuando Hipólito Yrigoyen puso en el poder a su sucesor, Marcelo Torcuato de Alvear, hubo un debate respecto de si Yrigoyen ejercía un doble comando con Alvear en la conducción del País o si hubo una delegación temporal de la jefatura de Gobierno que duró los seis años de mandato hasta el regreso del "Peludo Yrigoyen" al poder.

Por supuesto que no vamos a comparar peras con manzanas, entendiendo que son situaciones incomparables no solamente por el contexto histórico, sino principalmente por la talla de los protagonistas, pero vale preguntarse si la situación política de quienes gobiernan la Provincia de Mendoza no guarda cierta analogía.

Quizás uno de los primeros contrapuntos que se dieron en el inicio de la gestión del gobernador Suárez sucedió apenas asumido, el gobierno nacional se aprestaba a tratar en el Congreso una de sus primeras y fundamentales leyes, en este caso la de "Solidaridad Social y Reactivación Productiva", un proyecto de ley "invotable" según lo dicho por el diputado nacional Alfredo Cornejo quién junto a otros legisladores amenazaban con "no dar quórum" a la Ley del Presidente Fernández. Las tensiones llegaron al punto que el Gobernador, twitter mediante, bajó línea a los legisladores de su partido para que dieran quórum y trataran el proyecto. Paralelamente el oficialismo provincial se encontraba avanzando con la fallida reforma de la Ley 7.722, intentando instalar una marcada diferencia con su antecesor, el diálogo y el consenso.

La imposibilidad de desnudar la herencia recibida, puso al Gobernador en la incómoda situación de comenzar el año sin presupuesto, pero, con más suerte que el exgobernador Pérez -en aquél ciclo que rompió con toda tradición institucional-, luego de tres meses de discusiones se aprobó una pauta de gastos que ciertamente no resultó satisfactoria del todo para el oficialismo. Mientras, el diputado, comenzaba un camino de posicionamiento político a nivel nacional, procurando quedarse con la llave que abre el cofre del liderazgo de la oposición. ¿El camino elegido? la confrontación.

Y llegó la pandemia, quizás la excusa perfecta para cerrar filas, para entender que la misma no distinguía colores políticos, para aprovechar la gran convocatoria del presidente Fernández a la unidad nacional, donde cada Gobernador era parte fundamental en la toma de decisiones, donde lo que se ponía en juego era el éxito o el fracaso de todos. Cuatro días antes que se decretara el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio el Gobernador, anticipándose al Presidente, planteó con firmeza que Fernández debía "prohibir los despidos de trabajadores" frente a un escenario que perfilaba difícil, la respuesta vino del lugar menos esperado, fue tratado, junto al Presidente, de "demagogo y populista", el camino de la confrontación continuaba a paso firme y con ello se fueron colocando cartuchos de dinamita a largo de toda la ruta 7, esa que conduce a Buenos Aires, quizás fue en aquel épico viaje en automóvil.

La pandemia cambió toda agenda prevista, pero al parecer no cambió la estrategia de posicionamiento para algunos. Oponerse es la consiga, sin leer, o leyendo finamente, que muchas decisiones políticas y sanitarias frente a la pandemia son comunes en los gobiernos municipales, provinciales o el gobierno nacional, por lo que las críticas viajan de un lado a otro como un búmeran endemoniado. Hace unos pocos días, Cornejo, cuestionó con vehemencia que el Gobierno de Alberto "aumente prohibiciones y amenace con sanciones" a los que no cumplan las disposiciones sanitarias, cuando la Provincia de Mendoza se animó a sancionar una ley que directamente mete preso a quién viole la cuarentena. Cuestionar al gobierno nacional durante todo el proceso de negociación de la deuda del país, mientras Mendoza se encuentra en el mismo proceso, pero con un futuro incierto de una deuda en dólares que no sabe cómo poder pagar, entregándose a las huestes del default. Instalar en toda la Argentina que Mendoza "tiene todo para vivir como un país independiente", mientras su Gobernador le pide a su Intendente de la Ciudad de Mendoza que use la red del pajarito para gritar a los cuatro vientos que está "orgulloso de ser Argentino" y así poder salir de la provincia en busca de ayuda para superar la desolación que deja la pobreza y el desempleo. 

Así y todo, el Gobernador, que cuida las formas, se mantuvo estoico y en silencio cuando tuvo que tolerar los embates por algún funcionario heredado bajo sospecha o incluso cuando tuvo que demandar por lo bajo a la Nación y reclamar fondos que injustamente fueron quitados a Mendoza.

Hasta aquí se puede pensar que se trata de posicionamientos internos lógicos en un gobierno que se está acomodando, tensiones propias de un nuevo proceso entre quienes llegan y quienes se van. También, se puede abonar la teoría del juego de roles, donde los espacios institucionales definen el comportamiento, el de la confrontación y el del diálogo. En ambos casos no debería importarle a quienes no están dentro de esa estructura de poder. Pero no se puede ser ingenuo, se sabe que cada declaración pública, cada titular y hasta cada tuit representa un mensaje que no pasa desapercibido y cala en las líneas intermedias poniendo en relieve esa ausencia de cohesión entre poder y mando.

El dictado de directrices, desde adentro y desde afuera, no hacen más que demorar cualquier intento de despegue de una provincia empantanada que no encuentra rumbo que tomar y que transita una situación sanitaria delicada que requiere de extrema atención, diluyendo la supremacía institucional que debiera otorgar el poder bien entendido, ese que se debía entregar el pasado 9 de diciembre junto al resto de los atributos.

Mientras tanto, las mendocinas y mendocinos, que tienen sus demandas y esperan respuestas se preguntan, ¿Doble comando o delegación temporal de la jefatura?

EL AUTOR. Daniel Urquiza es dirigente justicialista de Las Heras.


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