Centralia, Chetoslovakia, y mi abuelo el inmigrante

El autor se planta con sus argumentos en contra de las propuestas secesionistas que han surgido, medio en broma y medio en serio, irrmpiendo en el diálogo social.

Pablo Gómez

Se anda por ahí hablando, en función del resultado de las elecciones del domingo 27, en separar a la franja central de la Nación del resto del país; la parte "productiva" de Argentina, en una secesión en caliente y floja de papeles, se llamaría "Centralia" según la opinión de los impulsores de la idea o "Chetoslovaquia" según la idea de algunos de sus detractores, como para que la grieta no deje de crecer. Esta idea rara, pero encendida, reflotó a otra idea anterior que consistía en separar a Mendoza del resto del país porque, al parecer, no hay como estar en desacuerdo en una elección que se repite cada cuatro años como para tomar decisiones que tiren por tierra siglos de historia nacional.

He leído en estos días argumentos firmes desde lo constitucional que dejan al intento secesionista como no más que un trending topic de Twitter; pero más allá de lo inviable de la idea, me preocupa la importación de éste concepto, traído (entre otros sitios) desde la Cataluña en la que tantos argentinos viven, concepto que se podría simplificar en "por qué tengo que bancar con mis impuestos a esa manga de vagos que viven en otro lado". En Barcelona y alrededores, en donde los secesionistas históricamente eran solo un puñado de ortodoxos (por llamarlos delicadamente), de la mano de la crisis y de las diferencias económicas con otros sectores de España, se incrementó el número de separatistas a niveles preocupantes, con una revuelta importante que terminó siendo sofocada por las fuerzas centrales de aquel país, en la que hasta fue necesario trasladar tropas externas de Cataluña.

Pero en aquel caso se trata de una región específica, con su propio idioma, y cierta autonomía cedida institucionalmente desde el gobierno central, que les permite tener a Cataluña, como a las demás regiones de España, un gobierno regional. A diferencia de eso, en el caso de "Centralia" solo se trata de separar a las provincias en las que se votó distinto en una elección, y presuponiendo que ese voto diferente va de la mano de las diferencias productivas de las provincias involucradas. De este modo, y atendiendo a que en todas las provincias argentinas hay gente que votó a Macri y gente que votó a Fernández, es todo un detalle el hecho de que ya desde su enunciación este supuesto nuevo estado no representará a todos sus habitantes.

Aunque parece que al secesionismo de "Centralia" no le importa la historia, y el concepto de unidad del país: en Argentina estamos separados de nuestros vecinos de Chile y Uruguay por accidentes geográficos importantes, de Brasil por el idioma (y por la historia de colonizaciones que importaron ese lenguaje), y de Paraguay y Bolivia por el desatino de guerras del siglo XIX. ¿Cuál es el motivo que nos llevaría a separarnos del resto de las provincias que componen nuestro país, más allá del amarretismo? Y aun aceptando la idea de separación por fines económicos, ¿qué pasa si luego de ésta primera secesión se pretende separar de "Centralia", por ejemplo, el sur de Mendoza? Porque con los mismos argumentos económicos podría expresarse que ese sector de la provincia tiene la mayor parte de la generación de electricidad a través de sus ríos, minas de uranio, y la grandísima mayoría de los yacimientos de petróleo, y bien podrían desde esa región expresar que nutren de energía al resto de los que habitan el supuesto nuevo país... ¿Y si las personas que viven en un barrio de alto poder adquisitivo quieren separarse de quienes los rodean? La lista de países que se podrían generar sería larga, llegando incluso al extremo de que una pareja de esposos se quiera independizar del abuelo y de sus hijas e hijos menores, a todas luces carentes de productividad.

Supongo, por otro lado, que "Centralia" cerrará la inmigración a éste supuesto lugar de ensueño; no vaya a ser que se llene nuevamente de gente improductiva que vote distinto...

Me parece que es hora de que levantemos la voz quienes compartimos lo que plantea nuestra Constitución, quien ya desde su preámbulo invita a vivir al país a cualquier persona que lo desee. Y gracias a esa invitación vinieron a Argentina millones de inmigrantes, entre ellos gran parte de nuestros/as bisabuelos/as y abuelos/as. Quienes migraban eran en su mayoría muy pobres, y venían a nuestro país en busca de un futuro mejor para su descendencia. Difícilmente hayan pensado que, parte de esa misma descendencia, iba a plantear en un futuro bastante cercano que no querían compartir territorio con pobres que pensaran distinto. Si la hubieran visto venir, capaz que hasta se quedaban en sus humildes pueblos del viejo mundo. Fue grande el movimiento que hicieron, dejando amistades y familias para recorrer miles de kilómetros, como para que en tres o cuatro generaciones su propia sangre hiciera planteos de rechazo a la misma solidaridad que los movilizó, y que les permitió sobrevivir y ver crecer socialmente a su descendencia en la nueva América.

Y esta es, me parece, la respuesta necesaria al individualismo segregacionista: Argentina es una gran Nación, y mientras más divergencia ideológica tengamos, mejor. Las personas que vivimos en este país tenemos derecho a disfrutar de los frutos de la tierra en conjunto y, si algún sector necesita ayuda, el conjunto de la ciudadanía se lo debe brindar. Y no es solo el "hoy por ti, mañana por mí" del viejo refrán de nuestras abuelas inmigrantes: aunque nunca me vuelva, debo comportarme solidariamente. Es solo una cuestión de humanidad y respeto.

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