Yo no soy Baby Boomer, ni Generación X (ni vos tampoco)

¿Cuál es el camino para romper el bucle económico en el que vive la Argentina? Pablo Gómez deja plateada la inquietud tras analizar que lo pudimos hacer con otros temas, como la racha de golpes de Estado.

Pablo Gómez

Con esa insana costumbre que tenemos quienes habitamos en Argentina (seguramente como quienes habitan en tantos otros lugares) de mirarnos en espejos del Primer Mundo y creernos esa imagen que vemos reflejada, es que somos de clasificarnos con categorías creadas en esos países desarrollados, aunque al definirlas, las personas del norte no pensaron en la existencia de quienes vivimos fuera de sus fronteras. De este modo, desde ese lejano lugar del planeta dicen ser "Baby boomers" si es que nacieron entre los años 1945 y 1964, y "Generación X" si nacieron entre 1965 y 1980 (aproximadamente, aunque no se ponen del todo de acuerdo en la exactitud de estos años) y acá creemos también serlo si es que nacimos en esas épocas.

Pero la verdad es que, mientras en los países que participaron de la Segunda Guerra Mundial crecía las tasas de natalidad en la posguerra, generando una explosión demográfica de bebés (Baby Boom en inglés), en Argentina vivíamos los primeros gobiernos de Perón y una seguidilla de golpes de estado y de gobiernos vigilados por militares; sobrevivimos entre las proscripciones de candidatos y los "planteos" que realizaban las fuerzas armadas a esos gobiernos democráticos que, por no contar con gran caudal de votos de soporte, solo lograron cumplir con parte de sus mandatos. Tampoco hubo en nuestro país una explosión demográfica, aunque sí una importante migración interna desde las provincias hacia la zona que ahora se llama AMBA, esto es, la ciudad de Buenos Aires y sus alrededores.

Los Baby Boomers (del norte) hicieron crecer exponencialmente el rock, muchos de ellos se volvieron hippies y fueron a pelear una guerra ajena a Vietnam, desde donde volvieron derrotados; vivieron su juventud con temor a un ataque soviético escondidos en sus refugios, en un contexto de crecimiento económico y de soporte del Estado a los ex combatientes. Pero en Argentina, en la misma época que los Baby Boomers, nacieron los 30.000 desaparecidos: desaparecidos con soporte de la ideología que los mismos Baby Boomers exportaron a toda Latinoamérica. Luego fueron (ellos, los del norte) los padres de la Generación X, jóvenes independientes y centrados durante su juventud en el avance tecnológico, desde donde desarrollaron las primeras empresas informáticas a nivel global. Mientras tanto... en nuestro país los jóvenes que nacieron en esa misma época pasaron su niñez escuchando marchas militares, y su adolescencia con un nuevo rock nacional y una incipiente democracia, ambos logrados no por amor a las nuevas ideas sino con sufrimientos, muertes, torturas y desencantos de los gobiernos de facto. Así logramos por primera vez en nuestro país, desde que se instauraron las elecciones secretas y obligatorias, que un presidente electo le pase la banda a otro: mientras en el norte avanzaban, aquí renacíamos una y otra vez, pero sin llegar nunca a la madurez.

Los golpes de Estado cesaron en Latinoamérica, al menos formalmente, en la misma época en que los países del norte definieron su contienda, con el triunfo del capitalismo occidental sobre el socialismo soviético. Pero ese capitalismo norteño de la mano de las nuevas tecnologías, sigue aplastándonos sin dejarnos madurar, sin dejarnos desarrollar: no es que sea culpa de ellos principalmente, hemos sido bien útiles y serviles a sus necesidades, y han sabido aprovechar esas ventajas que desde nuestros propios países les damos. Pero en definitiva, y dejando que cada cual ponga la responsabilidad en donde mejor le guste, lo cierto es que no somos una sociedad que pueda reflejarse en los estándares que se dictan desde el centro económico del planeta: somos tan solo un reflejo tardío y apocado, algo así como una luna reflejando, pero sin encandilar a nadie, al sol que pretendemos ser.

Estaría bueno que como país, intentemos ser: que intentemos ser un país, sin pretender parecernos a los demás. Estaría bueno que logremos madurar y crecer, y así como una vez rompimos el ciclo de los golpes de Estado, logremos romper el bucle económico que vuelve a ponernos en cero cada algunos años, y que nos deja cada vez más lejos del Sol. Ese sol, el de Baby Boomers y Generación X, en el que solo podemos, al menos por el momento, malamente reflejarnos.

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