Con una fuerte apelación a la ironía, Paul Burlot se refiere al caso de las autopercepciones como propietarios de territorios, en una analogía entre "mapuches" y franceses.
Asesorados por una delegación de los mapuches, de viaje por el Lido, han instruido sobre sus derechos a los pueblos ancestrales de Francia celtas/galos, por lo que han decidido recuperar lo que les fue arrebatado por los sucesivos invasores. Esto, ha creado una situación muy conflictiva, porque primero los dominaron los romanos, luego los godos (especialmente en el sur) y siguieron los francos (germánicos), eso solo para empezar.
Con un sentido muy práctico, no se han remontado a los fenicios, griegos y cartagineses, porque ellos estuvieron más en el Mediterráneo y por lo que, inicialmente (después veremos), les interesa ahora es recuperar las tierras en la zona del Loira.
Aclaran que, obviamente, si los usurpadores construyeron flor de castillos en los terrenos de los "pueblos originarios", los castillos les pertenecen a ellos, verdaderos dueños de la tierra .
Para evitar discusiones estériles, certificarán su "identidad ancestral" con una declaración jurada donde se auto perciben "originarios", que lo certificará un druida que, en lo posible, habrá tenido un sueño sobre una tierra sagrada que está justo -miren la casualidad- en el Castillo de Chambord de Francisco Primero, del que respetarán todo, pero harán las ceremonias en el hall central.
El castillo de Chambord.
En una muestra de apertura y tolerancia, seguirán permitiendo el turismo, las explotaciones agrícolas de la zona, los caseríos, pero a cambio de un peaje adecuado que compense monetariamente el dolor que han soportado durante más de dos mil años y el que van a soportar al tener que ver pisar sus suelos por extraños.
