El pueblo angustiado y los políticos festejando: 500 invitados para la asunción de Massa
Los argentinos tenemos el estómago en la garganta mientras hace días no hay ministro y ahora nombrarán a Massa como si coronaran a un rey.
Desde el entorno de Sergio Massa confirmaron a varios medios de prensa que el acto donde jurará como Ministro de Economía, Producción y Agricultura, contará con más de 500 invitados, como si se tratara de la asunción de un presidente, o de la coronación de un rey.
La política muestra, una vez más, que no sabe, o no puede, o no quiere interpretar eso que los sociólogos del Conicet llaman "clima social" y que los ciudadanos llamamos hartazgo, angustia, incertidumbre, desazón.
En los últimos días hubo varias muestras de cómo ese hartazgo comienza a transformarse en bronca, ya no la bronca que se canaliza en las redes sociales, sino la que lleva a acciones, a la necesidad de gritarles "en la cara" a los políticos, a ver si se despiertan de una vez.
Pero no. Ni siquiera se hacen los dormidos, o los sordos, o los zombies. Directamente enfrentan a aquellos ciudadanos que, desesperados, les piden a los gritos que escuchen. Los enfrentan con ironía, con sarcasmo, con los deditos en "v" (como hizo Grabois) o con manotazos y empujones (como hizo Ginés González García), o con un acto con 500 invitados que actuarán como la hinchada de un club de fútbol. Después no quieren que les digan "casta".
Los videos de los escraches a Grabois y Ginés González García
La Argentina atraviesa uno de los peores momentos económicos y políticos de la historia y es la segunda vez en menos de dos meses que no hay ministro de Economía nombrado durante días, que anuncian que mañana, o pasado, o más tarde comunicarán qué se va a hacer, que comunican y a los días cambian la mitad de los funcionarios y todo empieza de nuevo.
Hay angustia en la población a la espera de resoluciones rápidas, de un rumbo claro, de decisiones, de que se nombre al ministro y empiece a trabajar. La clase política tiene que mostrarse angustiada también, no da para un acto con 500 invitados, ni para cantos, ni para sonrisas de satisfacción ni para palmadas en la espalda.