Mónica Souza, la consagración de 2019

El lunes habrá un conversatorio sobre la muestra de Souza y Francisco Javier Bustos Arteaga en el Senado de Mendoza. Aquí, la escultora nos haba de su obra, sus tiempos y lo hace con una poesía en estado absoluto.

Toda opinión es subjetiva y esta que indica que Mónica Souza es la gran escultura del año que termina, no es la excepción. Pero en el caso de esta excepcional artista sobran los argumentos objetivos: una imparable actividad creativa en obras de singular dimensión y características únicas, agendas superpuestas porque ha sido requerida en numerosas salas para que exponga y tea de conversación permanente en todos los diálogos sobre artes plásticas.

Su última muestra se llama "Piel y tiempo", que surgió de un texto propio: "Soy del viento, aquello de lo que estoy hecha. Y la voz incorpórea, comunica desde el alma. Piel y tiempo. Es el momento del regreso y cedo lo demasiado. Diluir la incesante disonancia, de una herencia irresuelta. Hacer propias las estaciones del alma. Sincronicidad legitimada. Prevalece lo intuitivo de la señal, que valida el regreso a mí misma... Lo dijo la oceánica sabiduría del tiempo: Soy del viento".

En diálogo con Memo, sostuvo que "en vez de utilizar la palabra cáscara, yo pensé que al juntar los moldes en mi obra se forma un vacío, pero que es completo. No son cáscaras. Se han generado por alguna razón en particular. La cáscara es algo que cuida lo de adentro, pero yo cambié cáscara por piel", a la hora de rescatar su nueva muestra.

Además, sostuvo que "la piel según el psicoanálisis es lo primero que nos separa de la madre que, hasta el momento del nacimiento, resultan un único ser". En su obra "hay vacíos a nivel visual, pero están llenos", analizó. "Cada obra va generando una completud que tiene que ver con los lugares por donde se transita, por el camino transitado de la obra. Cundo miro una obra recuerdo miles de escenas: quien te ayuda a sostenerla, a trasladar,a cómo se realiza el montaje, las personas que intervienen. Eso veo como artista en cada obra mía. Ese es mi vínculo, más allá de lo estético, lo formal o de cómo resolví esa escultura.

"A esta edad -explicó- relaciono lo que pasa con un momento de regreso, como lo digo en el escrito. Hay muchas cosas que uno no resuelve de su propia herencia ancestral y está latente. Pero desde este punto en adelante de este momento de mi vida voy regresando a mí misma. Hago propias las estaciones del alma".

Se consideró "muy intuitiva" y dijo que "eso valida el regreso a mí misma. Ese escrito no sé si está bien o mal encarado, porque no es mi fuerte escribir. Pero me trajo una claridad. Es como una sensación de liviandad. De haberme sacado cosas internas en ese escrito".

Para Souza, "hay una consciencia general más allá de la individual, y hay muchos temas en lo general, como es la influencia del contexto, que vienen de esa sabiduría que se va sumando en el tiempo".

Con respecto al tiempo, tengo todo un tema. A mí siempre me está faltando tiempo para generar, para completar. Mi agenda es una locura. Y entonces pasa por la no valoración o aceptación de lo que hago. Es como si viviera fuera del tiempo lineal, como si no lo aceptara y viviera en otro. Eso se traslada a los vínculos y a un montón de situaciones que se viven a diario y no te permiten escapar del tiempo lineal".

La artista de los colibríes dijo que los eligió "como magia, porque se trasladan en el tiempo en el que ellos quieren, a una velocidad tremenda y en la noche, rozan la muerte, porque las pulsaciones bajan a lo mínimo y llegan al límite de la vida".

De allí viene la selección de esculturas que está en el nuevo edificio del Senado y está junto a una muestra de pinturas de Francisco Javier Bustos Arteaga.

Algunas imágenes de la muestra:

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