Cambio climático y economía: ¿se podrá seguir haciendo vino?

En España se preguntan si la falta de agua y el calor permitirán condiciones adecuadas para la producción vitivinícola.

Hay preocupación en España y en muchos otros lugares el imperio de las sociedades vitivinícolas impide hablar en público del tema, como si hacerlo atentara más contra sus negocios que el propio cambio climático: ¿continuará la industria del vino en las condiciones ambientales del planeta?

En Europa es Setiembre, algo así como nuestro marzo, época de vendimias y analizan que hace más de 20 años, el viñedo no se regaba en La Mancha. Un reportaje oportuno sobre el tema del diario elEconomista indicó algo crucial: "Tampoco hacía falta usar tecnología para corregir el grado de alcohol ni de acidez, ni se adelantaba el período de vendimia". 

Es que, de acuerdo con ese trabajo periodístico, "la producción de vino ha cambiado radicalmente en las últimas dos décadas, y lo seguirá haciendo, espoleada por la acción sin tregua del cambio climático. "Hay zonas donde ya no es viable el viñedo; desde los años 80, se han perdido entre el 25-30% de las hectáreas", según admitió al diario elEconomista Carlos Bonilla, presidente de la Denominación de Origen La Mancha, acerca de la realidad vitivinícola de esa región española.

La Mancha concentra la mitad de la superficie de viñedos de España: 400.000 hectáreas y 100 millones de botellas al año. Pero de acuerdo con lo apuntado por la periodista Patricia Serrano, "olas de calor cada vez más sostenidas en el tiempo, con temperaturas más altas, seguidas de fenómenos como granizo o heladas de mayor agresividad". Eso, explicó, "para la uva, las altas temperaturas y la falta de lluvia se traducen en cambios esenciales en su maduración. La fruta se hincha de agua y azúcar, acelera su desarrollo y logra menos acidez a favor de mayor dulzura y alcohol, un cóctel problemático para agricultores y bodegueros".

Tecnología salva desiertos, pero ¿a qué costos?

El informe concluye en que la vitivinicultura no morirá. pero para que no muera, el tema no debe ser acallado en la prensa en zonas vitivinícolas sino todo lo contrario.

Probablemente haga falta discutirlo mucho y rápidamente, creando el ecosistema de campo y tecnología, más financiamiento y reingeniería, que permita generar el círculo virtuoso que se requiere.

"No me asusta el cambio climático, es un factor más a tener en cuenta", afirmó al diario español mencionado César Rivera, enólogo de las bodegas Reconquista. El experto se mostró convencido de que, a pesar de las dificultades, están preparados para esquivar el efecto climático con la ayuda de la tecnología: "El problema existe, es innegable, pero el viñedo vamos a poder adaptarlo, tenemos las tecnologías para conseguirlo. Hemos dado una vuelta de tuerca al vino".

Rivera confió también en la capacidad de adaptación de otras regiones vinícolas en peligro por la transformación de la tierra y el clima, como California o Sudáfrica, debido a que el conocimiento y el 'saber hacer' se extienden rápidamente en un mundo globalizado. "Si aquí tenemos la solución, en esos lugares la van a encontrar también", concluyó.

La tecnología que salvará la tradición vitivinícola provocará, como contrapeso, un impacto en el precio de la botella del vino de zonas como La Mancha. "Se va a apreciar un impacto económico, los precios van a subir porque las tecnologías de la bodega van a ser mucho más costosas", admite Hidalgo. Y se atreve con un pronóstico en cifras: "Las botellas pasarán de costar 3 euros a 5 en los próximos 50 años".

Y lo mismo puede ocurrir en Mendoza, de donde muchos viñateros con espalda económica ya han partido a buscar nuevas tierras con agua cerca, en La Pampa, Córdoba y hasta en cercanías de la costa atlántica.

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