Serafín García Sáez, un periodista excepcional

Entrevistamos a Serafín García Sáez, un periodista de raza que ha sabido adaptarse a los cambios tecnológicos, conservando siempre la seriedad y el compromiso profesional. Es además, un incansable hacedor y desinteresado benefactor mendocino.

Alejandra Cicchitti

-¿Cómo debería presentarlo, dado su profuso perfil?

-En el argot coloquial de los argentinos, "berretín", es un deseo vehemente hasta un proyecto de vida por cumplir. Mis tres berretines son: la docencia, el periodismo y el patrimonialismo y suponen altruismo, abnegación, lealtad, servicio, habilidad para escribir, creación, oportunidades, fortalezas y debilidades. Estos berretines son herencias de mis ancestros, de mis padres y una decisión que asumí desde la primaria. Para cumplir el mandato y la vocación me preparé desde niño. Lo que tuve que hacer y continúo haciendo es: leer, escribir, estudiar, investigar, consultar, escuchar, seguir buenos maestros, reconocer errores. Además de ser curioso y prudente, poseo amor por el trabajo bien hecho, capacidad para diferenciar qué es información y qué es opinión, el cumplimiento de la palabra dada y saber que lo imposible es posible.

Todos los berretines aportan valores. Están los personales y al incluir los que promueve la comunidad, se puede descubrir el pasado, comprender lo que hoy somos y trabajar por el futuro.

-¿Dónde ha ejercido su tarea como periodista?

Los primeros aportes llegaron en la juventud, en la radio municipal "San Rafael"; en "Radio Nacional Mendoza" y en "Splendid". Trabajé también en "El Tiempo de Cuyo". Con el servicio militar cumplido anclé en la televisión, en el programa "Ecos Deportivos" de Canal 7. Mi etapa central como periodista va desde la mitad de los 60 al 2013. Fui redactor y editor de Suplementos de diarios mendocinos como "Los Andes", "El Sol" y "Mendovoz".

-¿Algunos contenidos que recuerde especialmente?

En papel, declaro kilómetros impresos. Recuerdo haber relatado de punta a punta, algunos hitos importantísimos de nuestra provincia: el túnel Cristo Redentor; la visita del Papa Juan Pablo II y el hallazgo de la momia del niño del Aconcagua. Como contenidos históricos, las investigaciones sobre el escudo de Mendoza y sobre doña Francisca, la última cestera huarpe.

"Tapa de Suplemento en Los Andes. 5 setiembre 1982"

-¿Qué publicaciones recuerda con más cariño?

Imagínense llegar a Bermejo, San Juan, la mañana del 23 de noviembre de 1977 y encontrar un escenario de muertes y destrucción. Estuve en el epicentro del terremoto de Caucete como único periodista.

En enero de 1994, en Malargüe, supe de la existencia de un yacimiento de dinosaurios. Si lo anunciaba inmediatamente, alentaba los saqueos, por lo que callé y emprendí la enorme tarea de proponer una expedición que rubricara el hallazgo. El 24 de febrero se alumbraron los restos del "Aerosteon riocoloradensis". Para enviar el informe a la redacción del diario, vía telefax, debía viajar seis horas de ida y seis de regreso por las picadas de Cañadón Amarillo con Rincón de los Sauces, en Neuquén y así lo hice.

A tono muy personal, en la Navidad del año 2013, en un accidente, falleció mi hijo Gabriel, su esposa Fernanda y su hijo Ignacio. Con él compartía la edición semanal del suplemento "El Sol Motor". Ese suceso fue el punto final de mi carrera como periodista en los medios, pero por él y su esposa, sigo editándolo en soporte digital hasta hoy.

-¿Qué nos contaría sobre su berretín docente?

-Ser maestro alfabetizador implica emocionarse permanentemente con los aprendizajes de los alumnos. Las palabras tienen ese no sé qué mágico cuando dejan de ser trazos, cuentan cosas y afianzan la cultura del esfuerzo enseñando el futuro.

Chacras de Coria es mi lugar en el mundo y allí fundé escuelas primaria y secundaria para adultos. Además, organicé muchas actividades educativas y artísticas en la zona.

El primer destino que tuve como maestro de grado fue a mis 18 años, en Real del Padre, en San Rafael. Allí, además de enseñar a mis estudiantes, impulsé el encuentro entre la escuela y la comunidad y en julio de 1962 se inauguró la Exposición Técnica-Agrícola que yo mismo propuse.

Ingresé como docente al "Liceo Militar General Espejo" con la promoción XVIII y me retiré con la XLIII. Creé el centro-aula audiovisual, promoví entre mis alumnos el periodismo radial (con programas en FM Infinita y FM Norte). Alenté y propulsé la incorporación de las mujeres en el nivel primario, la cual surgió durante un almuerzo en el Círculo de Ex Cadetes con la autoridad máxima de los Liceos. Expuse las fortalezas y la oportunidad de esta iniciativa, que fue contemplada como una posibilidad. Se nos pidió entonces que eleváramos la propuesta y así lo hicimos.

Una gran cantidad de ex cadetes han contribuido en mis actividades, ideas y berretines, al haberme encontrado con ellos fortuitamente a lo largo de los años. Muchos han sido políticos reconocidos (gobernadores, ministros), además de médicos, empresarios, cónsules, pilotos, investigadores, sacerdotes. La lista sería interminable.

-¿En cuánto al rescate patrimonial qué nos diría?

-Desde adolescente me interesé para que nuestras raíces patrimoniales y folclóricas no cayeran en el olvido y aspiro a que mis nietas continúen con esta tarea.

Junto a Alberto Rodríguez y Moreno de Macía, escribí en 1968, el libro "Enseñanza del Folclore en las escuelas de la provincia". Actualmente estoy trabajando con ahínco para la declaración patrimonial de las danzas ancestrales de la Cuyanía.

Por iniciativa, gestiones y publicaciones en diario Los Andes, logré rescatar la casa de Ozamis en Maipú, la Estancia de Molina y el traslado de los restos del General Gerónimo Espejo al Liceo que lleva su nombre. Ideé y llevé a cabo la colección de recreaciones de uniformes de San Martín a partir del retrato pintado por José Gil de Castro, del general Miguel Soler, del cadete Gerónimo Espejo, de soldados de infantería y del Tropero Sosa. Las chaquetas y pantalones fueron cosidos por las profesionales de la sastrería de la Policía de Mendoza y los bordados por la artesana encargada de las capas de las reinas de la Vendimia.

-¿Usted creó y llevó a cabo una hermosa actividad sanmartiniana?

-Sí, una de las tantas ocurrencias que pude plasmar. Quise recrear el Despacho que el General San Martín habitó durante su estancia en El Plumerillo. El proyecto original era construirlo in situ, pero le propuse a Marabini, montarlo en el Centro de Congresos y Exposiciones en ocasión del famoso evento "Argentina en Mendoza". Fue toda una primicia y pudimos armar el despacho hacia el oeste. Como hacia el este quedaban en evidencia las escalares y oficinas, sugerí construir un frente similar al de las casas de la Mendoza de barro, esa ciudad del 1800, con construcciones de adobe que fueron destruidas por el terremoto de 1961. Para otorgar realidad a la edificación, se utilizaron adobes, cañas, rejas y puertas que fueron prestadas por almacenes de antigüedades. Tanto los personajes del despacho como los dueños de la casa eran actores ataviados. Fue una instalación muy comentada y fotografiada.

-¿Algunos de sus aportes con nuestra Vendimia?

-He escrito cientos de páginas de diario "Los Andes" sobre la Fiesta central, el Carrusel, la Bendición de los frutos, la Vía Blanca, las vendimias departamentales, las notas previas con entrevistas a los directores, escenógrafos y a los constructores de los palcos, incluso entrevisté a la familia Cuatrini que fabricada los fuegos artificiales. De los 18 departamentos los únicos sobre los que no escribí fueron San Rafael y Alvear, porque Los Andes disponía de una agencia en el Sur.

Tuve tres experiencias, fuera de las ediciones, a cargo de libretos y dirección. En 1959 fui parte de la primera fiesta distrital de "Real del Padre" a mis 19 años de edad. Se realizó en el Salón Aguaza y tuve a mi cargo el libreto, la locución y la dirección del evento.

En 1976 me encargué de la coordinación general de la Vendimia de Maipú llamada "Romance de viña y bodega", tarea que realicé "ad honorem", junto a la dirección de Eugenio Carbonari y al libreto de Jorge Oviedo.

-Sabemos que literalmente, usted es un periodista todo terreno ...

-En verdad tengo muchas anécdotas para relatar. He sido corresponsal durante años en la montaña. En Los Puquios se encontraba el refugio de las expediciones de quienes hacían la aclimatación antes de subir el Aconcagua. Yo hacía base en Puente de Inca pero cubría la situación y vicisitudes de los valientes excursionistas. Pasé temporadas de invierno durante 2 o 3 meses y algunos veranos también. Debía hacer llegar las noticias al diario e incluso debía reportar los fallecimientos de los expedicionarios. También estuve durante la colocación de la piedra fundamental y presentación de la maqueta del Complejo aduanero Horcones.

"Colocación de la piedra fundamental de Horcones"

-¿Proyectos futuros?

-Siempre encuentro desafíos, siempre tengo ideas para llevar a cabo. Actualmente continúo investigando y redactando documentación que aseguren el rescate y la puesta en valor, como bienes patrimoniales de la Provincia de Mendoza, las danzas, cantos y músicas autóctonas y folclóricas (entre 1700 y 1800), que tienen destino de ostracismo. Creo que esto se debe a la breve documentación que viene del pasado, los cambios tecnológicos, además del desconocimiento y el desinterés por nuestras huellas antropológicas. Quiero profundizar las investigaciones sobre el Tropero Sosa y diseñar y realizar la primera experiencia piloto del proyecto "San Martín y el Tropero" para la escuela primaria. Estoy trabajando en forma mancomunada con Carlos Raffa, Presidente de la Comisión de Estudios Históricos del Tropero Sosa, a quien conozco desde hace mucho tiempo.

"Serafín García Sáez junto a Carlos Raffa"

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